Nos debería estallar la vida en la cara más a menudo …
Salimos a celebrar el fútbol en cientos de miles. Nos comemos los plásticos que tiramos en el estómago de los peces que nos cocinamos para cenar. Nos vendemos los pisos y los apartamentos a precios imposibles para nosotros mismos y después nos manifestamos contra el turismo. Nuestros amigos se han convertido en políticos y ahora viven en un despacho. Asesinamos mujeres a razón de dos por semana desde hace 10 años y nosotras aún tenemos que seguir defendiéndonos y justificándonos ante la gente que nos escucha. Eso sí, que no falte el minuto de silencio en la puerta de los ayuntamientos con cada muerta.
Las mujeres no “perdemos” la vida, a las mujeres nos asesinan. Empezamos a decir las cosas por su nombre. Hay que perder el miedo a palabras como asesinato, suicidio, muerte, chiste fácil, mierda seca, metástasis, leucemia, calvicie, gordura, grano de pus, hemorroides, caca, asfixia, desprecio, aborto, eutanasia, poligamia, vientre de alquiler, adulterio, vómito, moco seco, colonoscopia y amor.